Edna Montes responde nuestro interrogatorio
Inspirado en el cuestionario Proust, nuestro interrogatorio busca develar ideas, puntos de vista y manías de las escritoras y autores interrogados. Retomamos con Edna Montes esta serie de preguntas.
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—¿Cuento o novela?
Cuento. Disfruto mucho leer y escribir novela, pero el cuento me parece más como un artefacto de relojería. Esa naturaleza precisa y de experimentación me intriga todo el tiempo; tanto al leer como al escribir.
—¿Ensayo o poesía?
Ensayo para escribir y poesía para leer. He hecho algunos intentos terribles de escribir poemas y me di cuenta que una necesita aceptar sus limitaciones.
—¿Qué sucede en tu mente y en tus espacios cuando escribes?
En mi mente, hay una especie de visión de túnel que sólo me deja estar pendiente y concentrada de lo que escribo, suena ñoñísimo, pero soy de las que pierde la noción del tiempo cuando escribe. No me detengo hasta que me canso o algo externo me distrae. Lo ideal es que mi espacio sea silencioso y cómodo, sin vecinos taladrando las paredes. El problema es que las condiciones ideales rara vez se logran: hay que escribir como y donde sea. Esa fue una habilidad que se me quedó de mis años como reportera: escribir cuando se puede y mientras se puede, sin esperar la inspiración o las condiciones perfectas que a la mejor nunca llegan.
—¿Cómo ordenas tus libros?
Por editorial y colección, me gusta mucho como se ven todas las ediciones parecidas en orden. También hago berrinche cuando alguna editorial que me gusta mucho cambia de formato (aunque se me pasa pronto).
—¿Cómo han influenciado vínculos sentimentales tu escritura?
Han influido muchísimo, de cierto modo siempre le prestamos cosas nuestras a los personajes y todas mis relaciones afectivas se reflejan en lo que escribo: desde las de amor hasta las de rencor. En particular, mis procesos de duelo son algo que vuelve una y otra vez a mi escritura, están muy presentes en «El fuego en la memoria», por ejemplo. Escribir es una forma de explicarnos el mundo también, por eso creo que es inevitable que partecitas de nuestros afectos, de todo lo que nos hace sentir y nos importa se cuelen ahí.
—¿Leer o escribir?
Leer porque ahí es donde empieza todo.
—¿Droga favorita?
Café, lo necesito para vivir y ser funcional.
—¿Qué tanto de tus historias es verdad?
Casi todo y nada al mismo tiempo. La ficción no es verdad como tal, la trampa está en que no creo en el vacío o a partir de la nada. Lo verdadero está en todos los disparadores que me llevan a escribir y, al final, todo eso queda plasmado en las historias. Seguramente hay algo de la verdad de mi vida, mis afectos, las preguntas que me hago o el contexto en el que vivo aunque ningún acosador callejero sea literalmente un monstruo lovecraftiano con tentáculos (y menos mal).
—A media noche, escuchas un ruido extraño en algún lugar de tu casa, ¿te escondes bajo tu cama o vas a averiguar qué es?
Agarro algo para defenderme y voy a ver qué es.
—¿Bebida preferida?
Un buen café, si estamos en plan elegante: un cappuccino con un toque de menta. Si se trata de bebidas alcohólicas: Vino.
—¿Cuánto mides?
1.63 m (gracias por nada, Emulsión de Scott).
—¿Gatos o perros?
Perros. Quiero mucho a los gatos, pero definitivamente soy una persona de perros.
—¿Qué consideras que es infravalorado?
Las cosas ordinarias de la vida y la privacidad. De pronto, las Redes Sociales y otros medios nos vendieron la idea de que, si no viajas por lugares exóticos, comes en los mejores restaurantes o realizas alguna actividad extraordinaria no estás aprovechando bien la vida. Y encima hay que documentarlo todo. No hay nada malo en subir una foto o muchas si quieres, pero sí creo que hay veces en las que hacerte un tecito o unos chilaquiles en casa, quedarte horas en el chisme con tus amigos o hacer cosas sencillas es igual de valioso que los grandes viajes o aventuras. Tampoco es menos real o válido si no se entera nadie en tus redes. Creo que luego de dos años de pandemia con encierros y salidas nos toca ponernos a repensar el equilibrio entre la vida digital y la analógica.
—Primer recuerdo de la infancia
Recuerdo que usaba el sillón de casa de mi abuelita como barco-nave espacial y jugaba a ser una «pirata del espacio», como en una caricatura que había visto con mi tío.
—¿Estás en redes sociales?
Sí, blogueo en Medium, mis noticias de escritora están en Facebook y me encuentran en Twitter como @Edna_Montes. (Ya sé que me quejé de las redes sociales arriba, ahí perdonen la hipotenusa).
—¿De dónde viene tu amor por Irlanda?
La respuesta sencilla es que tengo ascendencia irlandesa en mi familia, pero siento que eso no basta para justificar mi amor. Lo que de verdad me enganchó fueron las leyendas de Irlanda que leí o me contaron de pequeña, la música y también que mientras más investigaba de la cultura e historia del más compatible me parecía con todo lo mexicano (o mi experiencia de la identidad mexicana, porque no hay solo una); las similitudes hacen que encajen perfecto como un rompecabezas y eso me gusta.
—¿Caballeros del zodiaco o signos zodiacales?
Caballeros del Zodiaco. En especial Camus de Acuario aunque sea medio sociópata y malvado, la armadura negra le queda muy bien.
—¿Cerveza o whisky?
¡Ay! Es muy difícil elegir, me quedo con ambos aunque sea trampa.
—¿Todavía lees o escribes fanfic?
Todavía leo, ya hace tiempo que no lo escribo. Muchas veces estoy tentada a volver al fanfic, pero le doy prioridad a mis historias originales porque tengo el tiempo limitado para escribir. Aunque si lo pienso bien, quizá sigue habiendo elementos de fanfic en lo que escribo: a fin de cuentas, sigo trabajando variaciones de historias que leí, vi o me atraparon en algún momento de mi vida.
—Películas o series para llorar
No suelo llorar mucho con las pelis o las series, pero hay algunas que me han pegado muy duro y no pierden efecto sin importar cuántas veces las vea:
«Vincent and the Doctor» Nuevo Doctor Who, temporada 5, episodio 10.
«It’s a Sin» y «Years and Years» (Ambas series de Russell T Davies).
«Tu nombre» (Kimi no Na wa, de Makoto Shinkai).
«La chica literaria» (Bungako Shōjo de Shunsuke Tada, basada en las novelas de Mizuki Nomura).
«Nana» y «Paradise Kiss» (animes basados en los manga de Ai Yazawa).
«La llegada» (de Denis Villeneuve).
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Edna Montes
Ciudad de México, 1985. Estudió Periodismo en la UNAM como plan con maña para ser escritora. Colabora y forma parte del consejo editorial de la revista digital Penumbria. Publicó su primer libro de cuentos Pequeños lujos (Paraíso Perdido, 2016) y ha formado parte de las antologías Instantánea. Álbum de narrativa jalisciense contemporánea. (Paraíso Perdido, 2017), Territorio Ficción (DGESPE, 2017) y Ritmo. Imaginario Fantástico Mexicano (UNAM, 2020). Se ha desempeñado como reportera, profesora, editora web y community manager. Friki irredenta con tantos fandoms que ya hasta perdió la cuenta. Vive en un ático gótico y embrujado. Sigue tratando de acostumbrarse a las primaveras tapatías.